Unas monedas para Nery Brenes

Con sus pies cansados, el sudor sobre su rostro y la garganta seca, el velocista nacional, Nery Brenes roció con una llovizna de oro a Costa Rica.

Con la meta fija en su mente, el atleta impuso un tiempo récord de cuarenta y cinco segundos, quizá los más largos de su carrera como atleta.

Más negro que su piel, el coraje que llevaba dentro por el deseo de arrebatar a las Bahamas el orgullo de ser campeón.

Sin olvidar que el año que apenas lleva tres peldaños antes de finalizar, lo premia como niño bien portado en navidad, regalándole el mejor tiempo del año en la modalidad bajo techo.

Su llegada a Costa Rica será como la de una figura política internacional, con bombos y platillos como aquellos monitos de que vendían en los mercados.

Será recibido por los altos jerarcas del Gobierno con besos y abrazos y quizá una cena en casa presidencial, rodeado de quienes no recuerdan que en este país ser atleta requiere de esfuerzo y recursos propios por la ausencia de las unas monedas del presupuesto nacional asignadas para tal fin.

Para muestra un botón, quien no recuerda cuando los atletas de olimpiadas especiales ganaron sesenta y siete medallas que llenaron de orgullo a nuestra Nación y fueron recibidos con un almuerzo en Casa Presidencial, como si el almuerzo compensara las ventas de tamales y bingos que hicieron para ir a representar a Costa Rica en Shangai China.

Si señores más que un almuerzo, un beso, una palmadita en la espalda o una carroza, los deportistas nacionales necesitan dinero que aliviane la carga que llevan sobre sus espaldas ser “orgullo nacional”.

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