El pasado 3 de mayo de este año, tuve la dicha de ser testigo de la incomparable Feria Ganadera en mí querido Coronado, esta Feria albergó vacas, conejos, cabras y hasta un enorme búfalo.
La actividad contó también con el apoyo de los agricultores, quienes la estaban pulseando desde el viernes 1 de mayo, dicho evento me proveyó de la oportunidad para compartir preciosos momentos con vecinos, amigos y familiares; además, de la experiencia de ordeño que por ciento fue muy bucólica. Dos señores ordeñaron algunas vacas y en vasitos desechables regalaron leche al pie de la vaca, para mi hija Maryángel fue una experiencia grandiosa. Ella estaba tan impresionada que no quería perderse nada.
Como sucede en ocasiones en las actividades no todo sale bien, dado que a las cuatro de la tarde se les dio la orden a los agricultores de recoger sus productos y abrir espacio porque seguía el concierto.
Desesperados por la gran cantidad de mercadería que aún conservaban, se vieron forzados a rematar las frutas, verduras y legumbres, entonces le pregunté a un agricultor el por qué de la prisa y con una voz llena de tristeza me contó que primero les dijeron que se quedaran hasta las seis, pero luego, les dijeron que había un concierto y que tendrían que desocupar a la brevedad posible, por lo cual, el agricultor agregó: “como si uno tiene la culpa que halla un concierto”.
Y así sucedió, en minutos recogieron todo y se marcharon, pero ante esta injusticia humana, la justicia divina no se hizo tardar y se vino un “baldazo” a la hora del concierto y luego me contaron que si acaso ahí quedaron veinte personas. ¡Que dicha! que la justicia divina no negocia con los intereses de unos cuantos.
Extiendo mi solidaridad a todos los agricultores de la zona y manifiesto que la comida debe ser lo primero en las mesas, admito que los conciertos son bonitos y contagian de mucha alegría, pero nunca en sacrificio de otros. En Coronado hay otros lugares donde se podía haber realizado el evento sin quitar a los vendedores.
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