Madres del corazón

Concebir una vida sin duda alguna es un milagro; algunas mujeres tienen esa bendición. 
Existen madres que por alguna circunstancia nunca han sentido un cuerpecito en su vientre, pero que al igual que yo, los han sentido en el corazón. 
Alguien una vez me dijo que “existen muchos padres sin niños y muchos niños sin padres”; albergué esa frase en mi corazón y en mi mente... y me atreví a tener una niña sin madre, que naciera de mi corazón. Ella hace cinco años me estrenó como mamá.
Madre es más que traer un ser al mundo; es amarlos aunque la sangre no sea la misma; pero los gestos, las ideologías, las mañas se aprenden y quien no sabe la historia no lo nota.
Mi hija Mariángel quien ahora tiene doce años, tuvo la gentileza de adoptarme como mamá, no permitió que yo me quedará huérfana.
Aprendimos a hacernos compañía, a comprendernos, a respetarnos, a pelearnos por unos segundos y lo mejor... a reconciliarnos. Pero lo principal es que aprendimos a amarnos.
Le agradezco a ella todo lo que me ha enseñado de la vida. Juntas descubrimos que el amor es muy grande y le pido disculpas si le he fallado.
Gracias a ella desde hace cinco años, yo también celebro el Día de las Madres, porque yo
¡soy una madre del corazón!


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